La venida de Cristo está más cerca que cuando por primera vez creímos. Se acerca el fin de la gran controversia. Los juicios de Dios están en la tierra. Hablan en solemne amonestación, diciendo: "También vosotros estad apercibidos; porque el Hijo del hombre ha de venir a la hora que no pensáis" (Mat. 24:44). - Joyas de los testimonios, t. 3, pp. 254-256
ESTAMOS viviendo en el tiempo del fin. La rápida sucesión de las señales de los tiempos anunciados, proclama la inminencia de la venida de nuestro Señor. La época en que vivimos es importante y solemne. El Espíritu de Dios se está retirando gradual pero ciertamente de la tierra. Ya están cayendo juicios y plagas sobre los que menosprecian la gracia de Dios. Las calamidades en tierra y mar, la inestabilidad social, las amenazas de guerra, como funestos presagios, anuncian la proximidad de acontecimientos de la mayor gravedad.
Las agencias del mal se coligan y acrecen sus fuerzas en vista de la gran crisis final. Grandes cambios están a punto de producirse en el mundo, y los movimientos finales serán rápidos.
El estado actual de las cosas muestra que tiempos de perturbación están por caer sobre nosotros. Los diarios están llenos de alusiones referentes a algún formidable conflicto que debe estallar dentro de poco. Son siempre más frecuentes los audaces asaltos a la propiedad. Las huelgas se han hecho un asunto común. Los robos y los homicidios se multiplican. Las vidas de hombres, mujeres y niños son quitadas por hombres dominados por espíritus de demonios. El vicio seduce a los hombres y el mal prevalece bajo todas sus formas.
El enemigo ha alcanzado a pervertir la justicia y a llenar los corazones del deseo de realizar ganancias deshonestas:" "Y el derecho se retiró, y la Justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir." (Isa. 59. 14.) Las grandes ciudades contienen multitudes indigentes, privadas casi por completo de alimento, de ropas y de morada, entretanto que en las mismas ciudades se encuentran personas que tienen más de lo que el corazón puede desear, que viven en el lujo, gastando su dinero en casas lujosamente amuebladas y adornadas, o lo que es peor aún, en golosinas, licores, tabaco y otras cosas que tienden a destruir las facultades intelectuales, perturban la mente y manchan el alma. Los gritos de las multitudes que mueren de inanición, suben a Dios, mientras que se ven a hombres que acumulan fortunas colosales por medio de toda clase de opresiones y extorsiones.
Una noche, estando en Nueva York, tuve ocasión de considerar los edificios que, piso tras piso, se elevaban hacia el cielo. Esos inmuebles que eran la gloria de sus propietarios y constructores, eran garantizados ser incombustibles. Se elevaban siempre más alto; los materiales más costosos entraban en su construcción. Los propietarios no se preguntaban cómo podían glorificar mejor a Dios. El Señor estaba ausente de sus pensamientos.
Yo pensaba: ¡Ojalá aquellos que emplean sus riquezas de esta manera pudiesen apreciar su proceder como Dios lo hace! Levantan edificios magníficos, pero el Dominador del universo sólo ve locura en sus planes e invenciones. No se esfuerzan por glorificar a Dios con todo el poder de sus corazones y de su espíritu. Esto es, sin embargo, el primer deber del hombre; mas lo han olvidado.
Mientras que esas altas construcciones se levantaban, sus propietarios se regocijaban con orgullo, por tener suficiente dinero para satisfacer sus ambiciones y excitar la envidia de sus vecinos. Una gran parte del dinero así empleado había sido obtenido injustamente, explotando al pobre. Ellos olvidaban que en el cielo toda transacción comercial es anotada, que todo acto injusto y todo negocio fraudulento son registrados. El tiempo vendrá cuando los hombres llegarán en el fraude y la insolencia a un límite tal, que el Señor no podrá permitir que sea sobrepasado, y aprenderán entonces, que hay un límite para la paciencia de Jehová.
Luego una nueva escena pasó ante mí. En ella se daba la alarma de un incendio. Los hombres miraban a esos altos edificios, reputados incombustibles, y decían: 130 "Están perfectamente seguros." Pero esos edificios fueron consumidos como la pez. Las bombas contra incendio no pudieron impedir su destrucción. Los bomberos no podían hacer funcionar sus máquinas.
Me fue dicho que cuando el Señor venga en su día, si no ocurre algún cambio en el corazón de ciertos hombres orgullosos y llenos de ambición, ellos comprobarán que la mano otrora poderosa para salvar, lo será igualmente para destruir. Ninguna fuerza terrenal puede sujetar la mano de Dios. No hay materiales que puedan preservar de la ruina a un edificio cuando llegará el tiempo fijado por Dios para castigar el desconocimiento de sus leyes y el egoísmo de los ambiciosos.
Raros son, aun entre los hombres consagrados a la educación y a la dirección de los gobiernos, quienes perciban las causas reales de la actual situación de la sociedad. Aquellos que tienen en sus manos las riendas del poder son incapaces de resolver el problema de la corrupción moral, del pauperismo y el crimen que siempre aumentan. En vano se esfuerzan por dar a los asuntos comerciales una base más segura.
Si los hombres quisiesen prestar más atención a las enseñanzas de la Palabra de Dios, hallarían la solución de los problemas que los preocupan.
Las Escrituras describen la condición del mundo inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo. He aquí lo que está escrito tocante a los hombres que juntan con fraude sus grandes riquezas:
"Vuestro oro y plata están corrompidos de orín; y su orín os será en testimonio, y comerá del todo vuestras carnes como fuego. Os habéis allegado tesoro para en los postreros días. He aquí, el jornal de los obreros que han segado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado de vosotros, clama, y los clamores de los que habían segado, han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis, cebado vuestros corazones como en el día de sacrificios. Habéis "condenado y muerto al justo; y él no os resiste." "(Sant. 5: 3-6.)
Mas, ¿quién se preocupa de las advertencias dadas por las señales de los tiempos, que se suceden con tanta rapidez? ¿Cuál es la impresión hecha sobre los mundanos? ¿Qué cambio podemos ver en su actitud? Su actitud no se diferencia de la de los antediluvianos. Absortos en sus negocios y en los deleites mundanos, los contemporáneos de Noé "no conocieron hasta que vino el diluvio y llevó a todos." (Mat. 24: 39.) Las advertencias celestiales les fueron dirigidas, pero rehusaron escuchar. De la misma manera hoy día, el mundo, sin prestar atención alguna a las amonestaciones de Dios, se precipita hacia la ruina eterna.
Un espíritu belicoso domina al mundo. La profecía contenida en el undécimo capítulo del libro de Daniel, está casi completamente cumplida. Muy pronto se realizarán las escenas de angustia descriptas por el profeta.
"He aquí que Jehová vacía la tierra, y la desnuda, y trastorna su haz, y hace esparcir sus moradores. Y será como el pueblo, tal el sacerdote; como el siervo, tal su señor; como la criada, tal su señora; tal el que compra, como el que vende; tal el que da emprestado, como el que toma prestado; tal el que da a logro, como el que lo recibe. Del todo será vaciada la tierra, y enteramente saqueada; porque Jehová ha pronunciado esta palabra. Destruyóse, cayó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los altos pueblos de la tierra. Y la tierra se inficionó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, rompieron el pacto sempiterno. Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y se disminuyeron los hombres. Perdióse el vino, enfermó la vid, gemieron todos los que eran alegres de corazón. Cesó el regocijo de los panderos, acabóse el estruendo de los que se huelgan, paró la alegría del arpa." "(Isa. 24: 1-8.)
"¡Ay del día! porque cercano está el día de Jehová, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso. ¿No es quitado el mantenimiento de delante de nuestros ojos, la alegría y el placer de la casa de nuestro Dios? El grano se pudrió debajo de sus terrones, los bastimentos fueron asolados, los alfolíes destruídos; porque se secó el trigo. ¡Cuánto gimieron las bestias! ¡cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pasto también fueron asolados los rebaños de las ovejas."
"Secóse la vid, y pereció la higuera, el granado también, la palma, y el manzano; secáronse todos los árboles del campo; por lo cual se secó el gozo de los hijos de los hombres." "(Joel 1: 15-18, 12.)
"¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las telas de mi corazón: mi corazón ruge dentro de mí; no callaré; porque voz de trompeta has oído, oh alma mía, pregón de guerra. Quebrantamiento sobre quebrantamiento es llamado; porque toda la tierra es destruída: en un punto son destruídas mis tiendas, en un momento mis cortinas."
"Miré la tierra, y he aquí que estaba asolada y vacía; y los cielos, y no había en ellos luz. Miré los montes, y he aquí que temblaban, y todos los collados fueron destruídos. Miré, y he aquí el Carmelo desierto, y todas sus ciudades eran asoladas a la presencia de Jehová, a la presencia del furor de su ira." "(Jer. 4: 19, 20, 23, 24, 26.)
"¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él: tiempo de angustia para Jacob; mas de ella será librado." "(Jer. 30: 7.)
No todo el mundo ha tomado posiciones con el enemigo y contra Dios. No todos se han vuelto desleales. Queda un remanente que permanece fiel a Dios; porque Juan escribe:" "Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús." (Apoc. 14: 12.) Muy pronto una furiosa batalla contra los qué sirven a Dios será reñida por aquellos que no le sirven. Muy pronto todo 133 lo que es susceptible de ser removido lo será, de modo que sólo lo inquebrantable subsista.
Satanás estudia la Biblia con cuidado. Con todo empeño trata de contrarrestar la obra que el Señor está haciendo sobre esta tierra, sabiendo que le queda poco tiempo. Es imposible dar una idea de lo que experimentará el pueblo de Dios que viva en la tierra cuando se combinen la manifestación de la gloria de Dios, y la repetición de las persecuciones pasadas. Andará en la luz que emana del trono de Dios. Por medio de los ángeles, las comunicaciones entre el cielo y la tierra serán mantenidas constantes. Por su parte Satanás, rodeado de sus ángeles, y haciéndose pasar por Dios, hará toda clase de milagros a fin de seducir, si posible fuese, aun a los escogidos. El pueblo de Dios no hallará seguridad en la realización de milagros, porque Satanás los imitará. En esta dura prueba, el pueblo de Dios hallará su fortaleza en la señal menciona en Ex. 31: 12-18. Tendrá que afirmarse sobre la Palabra viviente: "Escrito está." Es el único fundamento seguro. Aquellos que hayan violado su alianza con Dios, estarán entonces sin Dios y sin esperanza.
Lo que caracterizará de un modo peculiar a los adoradores de Dios, será su respeto por el cuarto mandamiento; en efecto, en él está la señal del poder creador de Dios y la evidencia de que él tiene derecho a la veneración y homenaje de los hombres. Los malvados se darán a conocer por sus esfuerzos en quebrantar el monumento conmemorativo del Creador y elevar en su lugar la institución romana. En este conflicto, la cristiandad entera se encontrará dividida en dos grandes clases: la que guardará los mandamientos de Dios y la fe de Jesús y la que adorará la bestia y su imagen y recibirá su marca. No obstante los esfuerzos reunidos de la iglesia y del estado para compeler los hombres, "pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos" a recibir la marca de la bestia, el pueblo de Dios no se someterá. El profeta de Patmos vio a" "los que habían alcanzado la victoria de la bestia,"y de su imagen, y de su señal, y del número de su nombre, estar sobre el mar de vidrio, teniendo las arpas de Dios" y cantando el cántico de Moisés, y del Cordero. (Apoc. 13: 16; 15: 2, 3.)
Pruebas terribles esperan al pueblo de Dios. El espíritu de guerra agita las naciones, desde un cabo de la tierra hasta el otro. Mas a través del tiempo de angustia que se avecina -un tiempo de angustia como no lo hubo desde que existe nación,- el pueblo de Dios permanecerá inconmovible. Satanás y su ejército no podrán destruirlo, porque ángeles poderosos lo protegerán.
Dios dirige estas palabras a su pueblo:" "Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas."
"Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable." (2 Cor. 6: 17, 18; 1 Ped. 2: 9.)
El pueblo de Dios debe distinguirse por un servicio completo, un servicio de corazón; no debe arrogarse ningún honor, pero sí, recordar que ha hecho pacto solemne de servir al Señor, y a él solamente.
"Habló además Jehová a Moisés, diciendo: Y tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: Con todo eso vosotros guardaréis mis sábados: porque es señal entre mí y vosotros por vuestras edades, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. Así que guardaréis el sábado, porque santo es a vosotros: el que lo profanara, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella alma será cortada de en medio de sus pueblos. Seis días se hará obra, mas el día séptimo es sábado de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que hiciere obra el día del sábado, morirá ciertamente. Guardarán, pues, el sábado los"135 "hijos de Israel; celebrándolo por sus edades por pacto perpetuo: Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó, y reposó." "(Ex. 31: 12-17.)
¿No nos designan estas palabras a nosotros como el pueblo peculiar de Dios? ¿No nos dicen que siempre debemos amar la distinción sagrada puesta sobre nosotros para distinguirnos como denominación? Los hijos de Israel debían guardar el sábado de generación en generación, como una " alianza perpetua." El sábado no ha perdido nada de su significado. Es y será para siempre jamás la señal entre Dios y su pueblo.
El Señor nos ha enviado, mediante sus embajadores, mensajes de advertencia que anuncian que el fin de todas las cosas se está acercando.
Tiempos difíciles están ante nosotros. El cumplimiento de las señales de los tiempos da evidencia de que el día del Señor está cercano.
Satanás llevará a cabo sus milagros para engañar y establecerá su poder, por encima de todo lo demás. Puede parecer que la iglesia está por caer, pero no caerá.
Tv On Line Cristo Viene Con Poder
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